De nuevo ante ti,
nos postramos Señora
y a tus pies de rodillas
nuestras almas te imploran:
Dios te salve María,
Dios te salve Rosario,
que eleva al cielo mi Sevilla.
Eres tú,
en la tierra de mis amores,
la rosa más pura,
bella flor de las flores,
por siempre vida y dulzura,
doncella de Dios bendita,
llena de gracia y pureza,
a ti venimos llorando
los desterrados hijos de Eva.
Del rosal que habita en tu vientre
se hizo carne el Verbo Divino.
Nueve lunas te iluminaron,
envolviendo en pañales
la gracia de tu Niño.
Sálvanos
al final de nuestra vida
y, a la luz de tu mirada,
cúbrenos Madre bajo tu manto,
donde se deshojan cuentas
del eterno rezar de tu rosario.
¡Salve, salve, salve!
Sálvame, Señora,
que de tus benditas manos
yo nunca me pierda.
¡Salve, salve, salve!
Salve, que mi barrio reza
prendido a las cuentas que llevan al cielo.
Salve a ti, patrona y reina,
ROSARIO DE LOS HUMEROS