Santo Domingo de Guzmán y el nacimiento de la Orden de Predicadores
En 1170 nacía en Caleruega (Burgos) Santo Domingo de Guzmán, hijo de D. Félix de Guzmán y de Dª Juana de Aza en el seno de una familia profundamente cristiana. Completaba el hogar familiar sus hermanos Antonio y Manés.
Fue educado con su tío el Arzipreste D. Gonzalo de Aza desde los siete hasta los 14 años, trasladándose a Palencia para completar su formación en Humanidades, Filosofía y Teología. Terminados sus estudios, en 1190 se hizo Canónigo Regular de la catedral de Osma, llegando a desempeñar, años más tardes el cargo de Vicario General de la diócesis. No ajeno a la situación en que vivía la población, a consecuencia de las continuas guerras y hambrunas, se planteó lo siguiente: “¿cómo puedo seguir estudiando en pieles muertas, cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?” vendiendo todos sus libros para socorrer las necesidades de los pobres.
En 1205 acompañará al Obispo de Osama que por encargo del rey Alfonso VIII acude a la corte danesa para concertar las bodas del príncipe Fernando. En su recorrido por las tierras francesas toma conciencia del daño que estaba causando la difusión de la herejía albijense, estableciéndose, con licencia del Papa Inocencio III en 1206, en Langüegoc para dedicarse a la predicación.
En 1215 asistió al Concilio de Letrán donde solicita al Papa la aprobación de su Orden. Un año después, el 22 de diciembre de 1216, recibe del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por lo que se confirma la Orden de Frailes Predicadores. Tan solo ocho meses de la aprobación, decidirá la dispersión de los frailes por el mundo: “Dejadme obrar; yo sé bien lo que me hago. Amontonado el trigo se corrompe; esparcido fructifica”. El 15 de agosto de 1217 comenzó el “Pentecostés dominicano” con la expansión de la Orden, llegando a España Fray Pedro de Madrid, Fray Miguel de Ucero, Fray Suero Gómez y Fray Domingo de Segovia, el «Chico».
En 1220 se celebrará el I Capítulo General de la Orden celebrado de Bolonia. En él se redactarán las Constituciones definitivas. Un año después, el 6 de agosto de 1221, a los 51 años de edad, con más de sesenta comunidades en funcionamiento, fallecerá, tras una grave enfermedad, en el convento de Bolonia donde fueron enterrados sus restos. Domingo legaba a sus frailes un testamento espiritual con ansias de vivir la vida apostólica, llevando la luz de Cristo a todos los rincones del mundo, compadecidos por los más necesitados en quienes se descubre el rostro de Dios.
En 1234 fue canonizado por el Papa Gregorio IX.
Los Dominicos en Sevilla
Reconquistada la ciudad, en 1248, por el rey Fernando III el santo, llegaron las Órdenes religiosas jugando un papel fundamental en la reconversión al cristianismo de la ciudad. En este mismo año se funda el Convento casa grande de San Pablo (hoy Parroquia de Santa María Magdalena), el segundo fundado en Andalucía por los Dominicos.
Llegaron a contar con 12 conventos en la ciudad entre frailes y monjas. Entre los masculinos, hoy desaparecidos se encontraban el Convento de Montesión, fundado en 1559; el Convento de San Jacinto, fundado en 1603 (actualmente fusionado con el Convento de Santo Tomás de Aquino). De la rama femenina, en 1409 se funda el Convento de Santa María la Real (hoy trasladado a Bormujos); el Convento de Regina Angelorum fundado en 1521 para monjas y después pasó a ser de frailes en 1530; el Convento de Santa María de Gracia de 1525; el Convento de Santa María de la Pasión y el Convento de Nuestra Señor de los Reyes de la rama de las descalzas, fundado en 1661.
En la actualidad se mantienen con vida el Convento de Santo Tomás de Aquino en la calle San Vicente. Este fue fundado en 1515 por el arzobispo dominico fray Diego Deza como colegio dependiente de Salamanca, convirtiéndose en 1541 en la primera Universidad de Sevilla perviviendo hasta 1822 en que fue suprimida. Dicho convento se situaba junto a la catedral hasta su destrucción en 1927. En 1992 los frailes reconstruirán el convento femenino de Santa María la Real, tras la marcha de las monjas al vecino pueblo de Bormujos, cambiando el nombre al monasterio por el de Santo Tomás de Aquino en recuerdo de tan insigne colegio. En 2016 la Comunidad de San Jacinto se fusionó con la de Santo Tomás siguiendo atendiendo la parroquia con una intensa vida pastoral. Actualmente en este convento se encuentra el Noviciado de la Orden en España.
La presencia femenina se mantiene en el Monasterio de Madre de Dios fundado en 1472, en la calle del mismo nombre. A pesar de las muchísimas vicisitudes que han tenido que padecer las religiosas, a día de hoy siguen manteniendo el carisma en la ciudad. Recientemente ha finalizado una importante restauración de la iglesia que se encontraba en unas condiciones que obligaron a cerrarla al culto durante muchos años.
En 2016 se produjo la fusión de las diferentes provincias de España en una sola: la Provincia de Hispania, formada por 35 comunidades. En este mismo año, antes de que se suprimiera la Provincia Bética a la que pertenecía Sevilla, los frailes del Monasterio de Santo Tomás de Aquino rubricaron la última Carta de Hermandad siendo esta otorgada a nuestra Hermandad, firmada por el Provincial Fray Miguel de Burgos (q.e.p.d.)
El Rosario y los Dominicos
El rezo del santo Rosario tal y como ahora lo conocemos es el resultado de una evolución a lo largo de los siglos. Si bien, la piedad popular atribuye su fundación a Santo Domingo de Guzmán esta teoría no es del todo cierta.
El germen de la oración lo encontramos en el siglo X, ligado a la Orden Cluniacense. Entre sus miembros (monjes y monjas) se diferenciaban entre los que se dedicaban a los trabajos manuales y los que estaban ocupados en la oración coral, rezando al día 150 salmos en función del tiempo litúrgico. Lógicamente, para dedicarse a la oración era preciso tener una formación intelectual y saber leer. Los que no tenían esta capacidad y se dedicaban a las labores monásticas, seguían la oración de los salmos suprimiendo estos por 150 padrenuestros.
Un segundo hito importante dentro de la creación del Rosario lo encontramos en el siglo XII, ligado en esta ocasión con la Orden del Cister quienes destacarán por su especial devoción la Virgen María gracias a las predicaciones de san Bernardo que humanizó el culto a la Santísima Virgen comenzando a ser venerada en la Iglesia como “Nuestra Madre” o “Nuestra Señora”. En este contexto los cistercienses comienzan a sustituir algunos de los 150 padrenuestros que recitaban los monjes y monjas iletrados por la Salutación de la Virgen María “Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo” (Lc 1, 28-33) seguido de la segunda parte del saludo “bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. En esta época aún no se había creado la oración del Avemaría.
En el siglo XIII se crea el “Salterio de María” consistente en la recitación de 150 Salutaciones en lugar de los 150 Padrenuestros. Se añadirá al final de la salutación el nombre de Jesús quedando así concluida la primera parte del Avemaría. Con la finalidad de poder llevar la cuenta del número de salutaciones que se iban rezando se crean los “contadores”, es decir, los rosarios con sus cuentas.
Ya en el siglo XIV con las Órdenes Mendicantes (Dominicos, Franciscanos, Agustinos y Carmelitas) se comienza la difusión del Salterio de María entre la población laica, recomendando esta oración a los fieles en sus predicaciones. A finales de este siglo, con el nacimiento de la corriente espiritual de la Devotio Moderna se propondrá el rezo de una oración sencilla y metódica que ayude en la meditación de los pasajes del Evangelio. Para ello se utilizará el rezo del Salterio de María, añadiendo al final de la salutación, además del nombre de Jesús una coletilla dependiendo del misterio que se meditara. Por ejemplo: “y bendito es el fruto de tu vientre Jesús que nació en Belén o …que murió en la cruz”
Ya en el siglo XV se configura el Avemaría tal y como lo conocemos, añadiendo la segunda parte “Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén”. Es en esta época cuando queda configurado el Rosario como tal combinándose el rezo de las Avemarías con la meditación de los pasajes de la vida de Jesús y de María.
En 1470 el dominico Fray Alano de la Rupe creará la Cofradía del Salterio de la Gloriosa Virgen María cuyo fin primordial era difundir la devoción al Rosario. De esta iniciativa dominicana surgió en 1475, en Colonia, dentro de la misma Orden de Predicadores, la primera Cofradía del Rosario que tuvo tal calado en el pueblo de Dios que quedó vinculada para siempre a los Dominicos, siendo los grandes difusores del rezo del Rosario. Fue en esta época cuando se comienza a identificar a Santo Domingo de Guzmán con el Rosario, creándose la tradición de que fue la Santísima Virgen María quien entregó al santo un rosario pidiéndole que se encargara de difundir esta oración por el mundo entero.
El momento de auge definitivo de esta oración lo encontramos en 1571 cuando el Papa dominico san Pío V pedirá a los fieles cristianos encomendaran a la Virgen Santísima a la armada cristiana obteniéndose así la victoria en la batalla de Lepanto contra los musulmanes.
San Pío V fue el que creó el modo de rezar el Rosario, organizándolo en tres grupos de cinco misterios. Los primeros son los gozosos que invitan a meditar los pasajes más importantes de la infancia de Jesús. Después están los misterios dolorosos, sobre la pasión de nuestro Señor. Y por último están los misterios gloriosos, en los se medita la resurrección del Señor y otros acontecimientos posteriores. En cada misterio se rezará un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria mientras se medita un pasaje de la vida de Jesús o de María.
En 1573, el Papa Gregorio XIII instituyó la fiesta de la Virgen del Rosario el primer domingo de octubre, trasladándose poco después al día 7 de octubre.
Durante los siglos XVII y XVIII se difundió bastante el rezo del Rosario entre el pueblo fiel. En esta época, a partir de 1690, surgirá el fenómeno de religiosidad popular de los Rosarios Públicos. La peste de 1649 que afectó gravemente a Sevilla, creó el caldo de cultivo perfecto para que se llevaran a cabo Misiones Populares promoviendo la devoción al santo Rosario como instrumento de salvación.
En este sentido, en Sevilla, destacó la figura del insigne predicador fray Pedro de Santa María de Ulloa considerado como ‘el apóstol del rosario’ quien desde el Convento de san Pablo de la ciudad fue el motor del fenómeno del Rosario en la Archidiócesis Hispalense. A sus predicaciones se atribuye la fundación del primero de estos rosarios, el de la Virgen de la Alegría de la Parroquia de San Bartolomé en 1690. A ello contribuyó la figura del prelado D. Jaime de Palafox y Cardona que colaboró en la recomendación de la práctica del Rosario Público diario, creando uno que, después de Completas, procesionaba diariamente desde la Catedral con la participación de todo el Cabildo Catedral, el Asistente de Sevilla y gran multitud de fieles.
Los Dominicos y la Hermandad del Rosario de los Humeros
En este clima devocional de los Rosarios Públicos surgen en el arrabal de los Humeros nuestra Hermandad, propiciada ante la imposibilidad de asistencia de los vecinos del arrabal al Rosario de la Parroquia de San Vicente por encontrarse la Puerta Real cerrada en el momento de su celebración.
De ahí la vinculación de nuestra Hermandad con la Orden. Ya que esta surge fruto de las predicaciones de los PP. Dominicos.
A lo largo de la historia hay constancia documental del vínculo con los frailes predicadores, siendo los testimonios más fehacientes a partir del siglo XX. Durante muchos años, en la década de fines de los sesenta y setenta, hasta 1980, la capellanía de la Hermandad estuvo asistida el P. José Carbajo O.P. fraile del Convento de San Jacinto.
Con la reorganización de la Hermandad en 1980, jugando en ello un papel fundamental el historiador Carlos José Romero Mensaque (quien fuera Hermano Mayor de los Humeros entre 1987 y 1993), se recuperan muchas de las tradiciones vinculadas con la orden como el Rezo del Rosario Público por las calles del arrabal o la celebración de la Misa de Rosas el primer domingo de mayo.
A finales de los años 90, se estrechan los lazos de unión con la Orden viniendo a predicar los cultos solemnes insignes predicadores de la talla de fray Miguel de Burgos, fray Antonio Pozanco, fray Carmelo Medrano, fray Antonio Larios, fray Javier Rodríguez quienes forman parte de la nómina de hermanos de la Hermandad estrechándose así los lazos fraternos que se vio rubricada en la concesión de la carta de Hermandad con la Provincia Bética en 2015, siendo la última otorgada por esta institución antes de la fusión de provincias en la Provincia de Hispania. Durante todos estos años, la Hermandad colabora en cuantas iniciativas parten del Convento de Santo Tomás, sede del Noviciado de la Orden.
En 2006, tras varios años de estrechísima relación con los Humeros, es nombrado Director Espiritual de la Hermandad el P. Fr, Pedro María León Moreno O.P. quien, sin lugar a dudas, impregnó a la Hermandad del carisma de la Orden fomentando el estudio de la Palabra de Dios en la búsqueda de la Verdad, la devoción tierna y sincera a la Madre de Dios en el rezo de su santo Rosario y el ejercicio de la Caridad con los hermanos más desfavorecidos, siguiendo los consejos evangélicos.
La Hermandad conserva del P. Pedro León la redacción de un Ejercicio del Vía Crucis compuesto en honor del Santo Cristo de la Paz (Publicado en 2012) y unas Meditaciones del Santo Rosario con las Letanías en honor de la Santísima Virgen del Rosario (aún pendiente de publicación). Sin lugar a dudas, dos obras exquisitas tanto en su redacción como en la espiritualidad que encierran, fruto de la fuerza profética de las palabras y profunda vida interior de quien fuera nuestro Director Espiritual hasta su muerte en 2018.
En la actualidad seguimos manteniendo vínculos estrechos con la Orden. En nuestra capilla han predicado recientemente los Padres Fray Vito Gómez O.P., Fray Emilio García O.P. o Fray Juan Manuel Martínez quien se ha encargado de la capellanía de los Humeros hasta octubre de 2022 en que fue trasladado como Prior al Convento de Candelaria en Tenerife, dejando la atención religiosa de la Hermandad en manos de Fray Eugenio Ruiz O.P. quien atiende la misa dominical de los Humeros.