Inclinó la cabeza como un héroe
humilde y sereno.
Se conmovió la tierra y
el cielo salió presuroso a recibirlo.
Lanzó Jesús su último suspiro,
se asomaron los ángeles a ver que sucedía
y bajaron a besar todas sus heridas.
Acaba de expirar dulcemente,
el Señor de la tierra y el cielo.
Óyenos, Piloto
de esta nave de la tierra nuestra,
que surca los espacios hasta el Alba.
Oh Cristo de la Paz,
alzado en la atalaya de la Cruz,
donde nos guardas y nos miras,
cierra tus ojos bien,
duerme y vigila
para que yo me sienta en tus entrañas
detrás de tus pupilas.