I. MISTERIO: EL BAUTISMO DE JESÚS
“Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: “Soy yo el que tienen necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!” Pero Jesús le respondió: “Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo”. Y Juan se lo permitió.
Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección” (Mt 3, 13-17)
MEDITACIÓN
La página del Evangelio, cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán, dice: “se abrieron los cielos” (Mt 3, 16). Si el cielo permanece cerrado, nuestro horizonte en esta vida terrena es sombrío, sin esperanza. En cambio, celebrando la Navidad, la fe una vez más nos ha dado la certeza de que el cielo se rasgó con la venida de Jesús. Y en el día del bautismo de Cristo contemplamos aún el cielo abierto. La manifestación del hijo de Dios en la tierra marca el inicio del gran tiempo de la misericordia, después de que el pecado había cerrado el cielo, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. Con el nacimiento de Jesús, el cielo se abre. Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde que el verbo se hizo carne es, por lo tanto, posible ver el cielo abierto. Cuando Jesús recibió el Bautismo de penitencia de Juan Bautista, solidarizándose con el pueblo penitente –Él simpecado y sin necesidad de conversión-, Dios Padre hizo oír su voz desde el cielo: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco” (Mt 3, 17) […] Compartir es el auténtico modo de amar. Jesús no se disocia de nosotros, nos considera hermanos y comparte con nosotros. Así, nos hace hijos, juntamente con Él, de Dios Padre. Esta es la revelación y la fuente del amor auténtico. Y, ¡éste es el gran tiempo de la misericordia!
Papa Francisco. Ángelus, 12 de enero de 2014
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo, en el Jordán, quisiste revelar solemnemente que él era tu Hijo amado enviándole el Espíritu Santo, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia. Por nuestro Señor Jesucristo.
Santísima Virgen del Rosario, Madre de los Humeros. Ruega por nosotros.
II. MISTERIO: LAS BODAS DE CANA
“Tres día después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía” Pero su madre dijo a los sirvientes: “Haced todo lo que Él os diga”.
Había allí seis tinajas de piedra destinada a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenad de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Sacadlas ahora, agregó Jesús, y llevadla al encargado del banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua convertida n vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento” (Lc 2, 1 – 10)
MEDITACIÓN
Aquellas tinajas que eran usadas para los ritos de purificación pasan a contener el vino nuevo, realidad y, la vez, promesa del otro vino; litros de agua que, como dice el poeta, al contemplar el rostro de su Dios enrojecieron de pudor […] Todo es gracia, gracia tngible derramada por amor. Todo es concreto: hay un madre, está el Hijo eterno nacido de mujer, hay amigos y discípulos.
La madre indica, intercede y finalmente dispone pero en diferencia al Hijo: “Haced lo que él os diga”. Deja lugar a que, en el espacio de Caná, la Palabra eterna pronuncie la palabra del momento. Y aquella palabra en la que fueron creadas todas las cosas (Col 1, 16), en la que todo subsiste, se ocupa de seis tinajas, y confiere entidad de colaboradores del signo de salvación a los sirvientes del banquete. Lo grande y lo pequeño junto. […]
La mediación de esa mujer madre que posibilita el diálogo entre ambos, lo eterno y lo temporal, para que Dios continúe involucrándose en nuestro andar… Esa es la Madre a quien miramos hoy, la hija de nuestro pueblo, la servidora, la pura, la sola de Dios, la discreta que hace el espacio para que el Hijo realice el signo, la que siempre está posibilitando esta realidad pero no como dueña ni incluso como protagonista, sino como servidora; la estrella que sabe apagarse para que el sol se manifieste.
Papa Francisco. Homilía 7 de noviembre de 2011
ORACIÓN
Señor, padre santo, que quisiste, por disposición admirable, que la bienventurada Virgen María estuviese presente en los misterios de nuestra salvación, concédenos, atendiendo a las palabras de la Madre de Cristo, aquello que tu Hijo nos ha mandado en el Evangelio. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Santísima Virgen del Rosario, Madre de los Humeros. Ruega por nosotros.
III. MISTERIO. EL ANUNCIO DEL REINO DE DIOS
“Marchó Jesús a Galilea, proclamando la buena noticia de Dios, diciendo:
-Se ha cumplido el plazo y está llegando el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio.
(Mc 1, 14 – 15)
MEDITACIÓN
El Evangelio relata los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y en los poblados de Galilea. Su misión no parte de Jerusalén, es decir, del centro religioso, centro incluso social y político, sino que parte de una zona periférica, una zona despreciada por los judíos más observantes, con motivo de la presencia en esa región de diversas poblaciones extranjeras; por ello el profeta Isaías la indica como “Galilea de los gentiles” (Is 8, 23). Es una tierra de frontera, una zona de tránsito donde se encuentran personas diversas por raza, cultura y religión. La Galilea se convierte así en el lugar simbólico para la apertura del Evangelio a todos los pueblos. Desde ese punto de vista, Galilea se asemeja al mundo de hoy: presencia simultánea de diversas culturas, necesidad de confrontación y necesidad de encuentro. También nosotros estamos inmersos cada día en una “Galilea de los gentiles”, y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de construir recintos para estar más seguros, más protegidos. Pero Jesús nos enseña que la Buen Noticia, que Él trae, no está reservada a una parte de la humanidad, sino que se ha de comunicar a todos. Es un feliz anuncio destinado a quienes lo esperan, pero también a quienes tal vez ya no esperan nada y no tienen ni siquiera la fuerza de buscar y pedir.
Papa Francisco. Ángelus, 26 de enero de 2014
ORACIÓN
Señor Dios nuestro, cuando tu Hijo proclamó su Buena Noticia a los pobres y ciegos, ellos le entendieron, porque sabían bien lo que significa no estar satisfechos de la vida y no poder ver. Desde el evangelio, concédenos sentirnos pobres con los hambrientos, andar a tientas con los ciegos, sentirnos impotentes con los indefensos, y pequeños con los que no cuentan, los pequeños, para que experimentemos bien adentro, hasta en la medula de nuestros huesos, el mensaje de tu palabra y lo compartamos como buena noticia con todos los que nos rodean, en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen del Rosario, Madre de los Humeros. Ruega por nosotros.
IV. MISTERIO: LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
“Unos ocho días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar. Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente. En esto aparecieron conversando con él dos hombres. Eran Moisés y Elías, que, resplandecientes de gloria, hablaban del éxodo que Jesús había de consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros, aunque estaban cargados de sueño, se mantuvieron despiertos y vieron l gloria de Jesús y a los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro dijo a Jesús:
-Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Vamos a hacer tres tiendas: un para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Pedro no sabía lo que decía. Mientras estaba hablando, vino una nube y los cubrió; y se asustaron al entrar en la nube. De la nube salió una voz que decía:
-Este es mi Hijo elegido, escuchadlo.
Mientras sonaba la voz, Jesús se quedó solo. Ellos guardaron silencio y no contaron a nadie por entonces de lo que habían visto.”
(Lc 9, 28-36)
MEDITACIÓN
“¡Qué bien se está aquí!”, exclamó Pedro, después e haber visto al Señor transfigurado, revestido de gloria. ¿Podemos repetir también nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos nosotros, es bueno estar aquí hoy, en torno a Jesús. Él es quien nos acoge y se hace presente en medio de nosotros. Y en el Evangelio hemos escuchado también las palabras del Padre: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadlo” (Lc 9, 35). Por tnto, si por una parte es Jesús el que nos acoge; por otra, también nosotros queremos acogerlo, ponernos a la escucha de su palabra, porque precisamente acogiendo a Jesucristo, Palabra encarnada, es como el Espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para caminar con alegría (cf Lumen fidei, 7)
Papa Francisco. Homilía 25 de julio de 2013
ORACIÓN
Dios nuestro, que en la Transfiguración gloriosa de tu Hijo unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas y prefiguraste admirablemente la perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos, que escuchando la voz de tu Hijo amado, merezcamos ser coherederos suyos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Santísima Virgen del Rosario, Madre de los Humeros. Ruega por nosotros.
V. MISTERIO: LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA
“Durante la cena, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió, se lo dio y dijo:
-Tomad, esto es mi cuerpo.
Tomó luego una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y bebieron todos de ella. Y les dijo:
-Esta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos. Os aseguro que ya no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.
(Mc 14, 22 – 25)
MEDITACIÓN
Jesús se ha dejado «partir», se parte por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir por los demás. Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono, en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron «al partir el pan» (Lc 24,35). Recordemos la primera comunidad de Jerusalén: «Perseveraban […] en la fracción del pan» (Hch 2,42). Se trata de la Eucaristía, que desde el comienzo ha sido el centro y la forma de la vida de la Iglesia. Pero recordemos también a todos los santos y santas –famosos o anónimos–, que se han dejado «partir» a sí mismos, sus propias vidas, para «alimentar a los hermanos». Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados. ¿Dónde encuentran la fuerza para hacer todo esto? Precisamente en la Eucaristía: en el poder del amor del Señor resucitado, que también hoy parte el pan para nosotros y repite: «Haced esto en memoria mía».
Papa Francisco. Homilía Corpus Christi, 26 de mayo 2016
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión, concédenos venerar de tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que podamos experimentar siempre en nosotros los frutos de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Santísima Virgen del Rosario, Madre de los Humeros. Ruega por nosotros.
LETANÍA DE NUESTRA SEÑORA
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Santa María
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las vírgenes
Puerta del cielo
Fuente de la luz
Fuente de la vida
Fuente de salvación
Camino de perfección
Madre providente
Madre del consuelo
Salud de los enfermos
Refugio de los pecadores
Auxilio de los Cristianos
Estrella de la evangelización
Discípula de la Paz
Maestra espiritual de cristiano
Administradora de la redención
Reina y Señora nuestra
Reina del santo Rosario
Madre de los Humeros
Tierna Abadesa de las Capuchinas
Madre de la Orden de Predicadores
Reina de la Paz
V./ Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
R./ Perdónanos, Señor.
V./ Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
R./ Escúchanos, Señor.
V./ Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
R./ Ten misericordia de nosotros.
V./ Ruega por nosotros santa Madre de Dios
R./ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor, Jesucristo.
Oración
Señor Dios, en tu presencia resplandece toda hermosa la Virgen María, tu humilde sierva, gloria de tu Hijo y compendio de virtudes; concédenos procurar como ella, todo lo que es verdadero y noble, para llegar un día ante ti, fuente de toda belleza y autor del amor hermoso. Por Jesucristo nuestro Señor.